FIRMA INVITADA: "ANTONIO MACHADO, SETENTA Y SEIS AÑOS MUERTO DANDO VIDA A LA PALABRA", por ANTONIO CHECA LECHUGA
ANTONIO MACHADO, SETENTA Y SEIS AÑOS MUERTO
DANDO VIDA A LA PALABRA
Pronto, dentro de unos
días, en este mes de febrero, el día 22, a las quince horas treinta minutos,(Joaquín
Gómez Burón, Exilio y Muerte de Antonio Machado. Ed. Sedmay.) En ese
pueblecito costero del sur de Francia llamado Colliure, hará setenta y seis
años que un hombre dejó de vivir, y tras su muerte, tomó vida la palabra para
que mucha gente viviésemos de ella en el aprendizaje de la ética y la coherencia
de una vida y un pensamiento, en el que cabía y cabe, la meditación de lo por
vivir y lo vivido. No muere aquel que deja el sueño convertido en palabra y la
palabra convertida en enseñanza, si no, el que aspira a lo personal como
ofrenda a la existencia usurpado para él la materia, de esa gente nace el
desprecio a la solidaridad y nace el egoísmo de lo mediocre, de ahí que,
apoyándonos en el tiempo como recuerdo, nos vamos a la obra incalculable de un
escritor y poeta que nos dio una voz tan personal que llegó a lo plural por
sentido emocional ante su época.
Este año hará cien que nos
dejó el insigne Francisco Giner de los Ríos, andaluz de pro que, en recuerdo de
la Institución Libre de Enseñanza, uno de sus alumnos en la “partida hacia la
Luz” dejó dicho: “Yo creo que sólo mueren definitivamente –perdonadme esta fe
un tanto herética---, sin salvación posible, los malvados y los farsantes, esos
hombres de presa que llamamos caciques, esos repugnantes cucañistas que se
dicen políticos, los histriones de todos los escenarios, los fariseos de todos
los cultos, y que muchos cuyas estatuas de bronce enmohece el tiempo, han
muerto aquí y, probablemente, allá, aunque sus nombres se conserven escritos en
pedestales marmóreos”. Y, sacando esa libertad de enseñanza de la que partía,
nos adentramos en la enseñanza actual, sujeta a la mediocridad de un partido
político y un ministro acuñando recortes mientras mira inalterable la marcha de
grandes estudiosos hacia otras fronteras donde la medicina, la enseñanza, lo
científico, la ciencia y el academicismo, fortalecen otros países con el
producto bruto de mentes privilegiadas y dispuestas a compartir su valor en
todo aquello que para una sociedad es sumamente necesario.
Como hace ya muchos años,
desde 1987 cuando otro amigo y yo empezamos el Paseo Machadiano en una ciudad
del sur poblada de recuerdos literarios, y ante una tarde depositamos unos
claveles en su monumento, en esas murallas de Baeza donde mira el bronce de su
rostro hacia los caminitos viejos de ese campo lleno de olivares, este año,
cientos de personas leerán sus versos de nuevo, y otros claveles depositarán en
la maqueta y obra de Fernando Ramón donde el cemento habla, donde descansa la
cabeza realizada por Pablo Serrano, y recordarán a aquella persona que,
coherente con su vida, sigue emocionando ante los escritos de su sensibilidad,
ofrecidos a los que quieren ver en ellos la enseñanza de San del Río, Giner de
los Ríos, Unamuno, Don Antonio y tantos otros que depositaron su conocimiento
en las palabras escritas, en los hechos sociales del momento.
No caben apelativos
críticos, a los que deshacen lo hecho en pro de la sociedad establecida, el
desprecio es el único calificativo al que se exponen aquellos que,
insensiblemente, destruyen del hombre la paz de una conciencia colectiva en pro
de una cultura por la que el hombre, o algunos hombres, han pagado con su vida
o con el abandono de su tierra mediante un exilio forzado.
En algunas ocasiones he
dicho que no se lee un libro por casualidad, pero tampoco la casualidad hace
del hombre le haga pensar que existe, que vive y que en la vida, la oscuridad
oculta la luz de la esperanza en las civilizaciones.
La esperanza de quien
escribe conlleva ineludiblemente un ideal implícito, en ese ideal, en esa forma
de ser ante la vida, hay quien mira la misma desde el ángulo que une dos lados
contrapuestos: el físico y el anímico, en nuestro maestro, en la conjugación de
un ser meditativo y otro observador, nace el criterio de una óptica reflexiva
que se llama experiencia, y con ella, la conciencia de la enseñanza de la que
admiramos cada año en lo que solemos llamar reconocimiento al maestro,
ofertando en su lectura, ese paseo ante el pueblo, y en las calles del mismo,
la marcha emocional de personas que han leído y leen el mensaje literario donde
la conciencia colectiva, se asomaba a veces a la naturaleza, y otras, al
concepto social de las personas.
Cuando fue suprimido el
primer “Paseo Machadiano” el 20 de Febrero de 1966 e innumerables intelectuales
de toda España se dieron cita en Baeza, una mano dura desterró sus deseos. El
hombre mediocre desterró la ética del recuerdo y se afianzó en el poder
mediático de una institución construida a la fuerza de una cruenta guerra, de
ahí que el otro ángulo del maestro en la palabra, el anímico, tomase fuerza en
el tiempo y los que agradecemos la enseñanza como forma, tengamos a bien el
recordar cada año ese encuentro colectivo, donde se lee al poeta y se mira ese
futuro en el que el hombre pueda ser aquello donde mira la belleza su retrato,
el que hoy intentamos emular con un clavel y un poema por medio de unas calles
de tránsitos dispares.
Leer “Poema de un Día”,
estructurar su mensaje y asimilar la belleza construida, conlleva al menos el
agradecimiento hacia uno de los poemas más importantes de nuestra lengua, pero
cundo asumimos como nuestro los sueños del Mañana Efímero, y nos encontramos
con un pensamiento como: “La España de charanga y pandereta,/ cerrado y
sacristía,/ devota de Frascuelo y de María, / de espíritu burlón y de alma
quieta, / ha de tener su mármol y su día,/ su infalible mañana y su poeta.” ya
nos adentramos en las trabas de una élite retrógrado y un pensamiento que no
llega a florecer de momento, porque el hombre no piensa en esos dos versos
sacados del poema a Giner de los Ríos en este febrero de 2015 día 21 casi
mordiendo en la fecha su “marcha hacia la Luz” donde decía “Yunques sonad,
enmudecer campanas”.
De esos yunques ha salido
siempre la libertad y la esperanza, “Y en ese espacio considerado como un medio
vacío, homogéneo, en el cual se dan las cosas, en una seudorrepresentación. Si
supiéramos de nuestra representación todas las imágenes y todos los recuerdos
de objetos exteriores, suprimíamos al par el espacio”. En ese espacio construido
este año volveremos a ese Paseo donde el homenaje, hace del verso y la palabra,
“el don preclaro de evocar los sueños”.
ANTONIO CHECA
LECHUGA
Baeza, dos de
Febrero de 2015