CARLOS CASTILLA DEL PINO RECUERDA EL HOMENAJE A ANTONIO MACHADO DE FEBRERO DE 1966 EN BAEZA



"El homenaje que se proyectaba era en sí mismo muy sencillo, pero era evidente que se pretendía poner en un compromiso al gobierno: se trataba de colocar la cabeza en bronce de don Antonio Machado, esculpida por Pablo Serrano, en un lugar de las afueras de Baeza por donde él solía pasear por las tardes para contemplar el perfil de las lejanas sierras que desde allí se divisan, o, en dirección opuesta, las puestas de sol. El lugar era efectivamente muy propicio para aliviar la melancolía que acompañó a  Machado durante su estancia en Baeza, al regreso de Soria, tras la muerte de Leonor. Todavía, en aquellos años sesenta, Baeza era un prodigio de melancolía, sobre todo en la parte alta, que, desde la silenciosa y abandonada plaza de la Catedral, esconde, en un trazado irregular, callejuelas con alguna casa solariega ruinosa, de la que sólo se conserva el dintel o la fachada con su escudo nobiliario…"

Y cuenta cómo contribuyó desde Córdoba a su organización, la llegada el día de antes a Úbeda, el recital de Raimon en el Parador, su diálogo con el teniente de los "grises" en el punto donde debería haberse celebrado el homenaje, la carga y cómo algunos falangistas quisieron sumarse -pistolas en mano- a la represión desde el Casino, entre otros recuerdos.