"BAEZA, LA CIUDAD DEL SILENCIO", EL PRIMER POEMA PUBLICADO DE RAFAEL LAÍNEZ ALCALÁ

Fotografía de Antonio Chicharro

LA CIUDAD DEL SILENCIO
 Estas viejas piedras,
que Baeza guarda,
son rico tesoro
de edades lejanas;
piedras que venero
cual reliquia santa,
porque soy amante
de mi vieja España.
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Baeza la noble,
Baeza la hidalga
tus piedras son himnos
que la gloria cantan,
son páginas bellas
de historia olvidada;
trofeos gloriosos
que el tiempo dejara.


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RAFAEL LAÍNEZ ALCALÁ

Rafael Laínez Alcalá en sus años de madurez
"Nacido en Peal de Becerro el 22 de Abril de 1899, Rafael Laínez realizó sus primeros estudios en la escuela nacional de su pueblo y continuó con el bachillerato en el Colegio de Jesús de Úbeda. En Baeza completa su etapa de bachiller en el Instituto General y Técnico de Segunda Enseñanza donde tuvo contacto personal con el poeta Antonio Machado.
     Con trece años, Rafael Láinez comienza a publicar sus crónicas como corresponsal en Peal del periódico “La Regeneración” y a colaborar en la revista “Don Lope de Sosa” ambos dirigidos por Alfredo Cazabán Laguna.
     A Madrid se traslada para obtener la licenciatura que se ve interrumpida por la Guerra de África en la que participa y desde la que envía crónicas de guerra. A su vuelta termina la licenciatura en Filosofía y en 1928 obtiene el doctorado con una tesis titulada Aportaciones a la biografía de Don Bernardo de Sandoval y Rojas, obispo de Jaén y arzobispo de Toledo y protector de Cervantes que sería publicada como ganadora del premio Larragoiti.
En este mismo año inicia su andadura docente, primero como profesor auxiliar de Historia del Arte en la Universidad Complutense y después en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando hasta pasada la Guerra Civil en que se incorporaría a la Escuela de Artes y Oficios de Madrid. En 1945 obtiene su primera cátedra de Historia del Arte en la Universidad de La Laguna (Tenerife) pero no sería hasta 1949 cuando obtiene su cátedra definitiva en la Universidad de Salamanca. A partir de esta fecha comienza su época de mayor producción literaria y periodística además de fomentar también la divulgación del patrimonio artística gracias a su intensa actividad conferencial.
     En 1969 fue nombrado hijo adoptivo de Salamanca con motivo de su jubilación. Láinez mantuvo siempre estrecha colaboración con Jaén, lo que le valdría para ser nombrado cronista honorario de Úbeda y miembro fundador del Instituto de Estudios Giennenses. En Madrid, es colaborador del Centro de Estudios Históricos, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y de la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
     De su abundante producción literaria destaca sus trabajos para los periódicos : “La Regeneración”, “Patria”, “La Provincia”, “Paisaje”, “La Esfera”, “Anuario del Adelantamiento de Cazorla”, “Don Lope de Sosa” o la revista “Archivo Español de Arte y Arqueología”. En cuanto a sus obras mayores destaca su tesis, ya referida, y Pedro Berruguete, pintor de Castilla; ensayo crítico biográfico galardonado en 1934 con el Premio Nacional de Literatura.
Años más tarde de su muerte, el Ayuntamiento de Peal de Becerro adquiere su biblioteca y su archivo personal rescatando para su pueblo y para la comunidad científica un legado de gran valor."
SOBRE EL POEMA 
El poema anteriormente transcrito, al que Antonio Machado dio su visto bueno para la publicación primera en La Regeneración, está tomado del libro de MANUEL URBANO PÉREZ ORTEGA, Del Gaudalquivir al Tormes. Antología poética de Rafael Laínez Alcalá, Jaén, Diputación Provincial de Jaén, 1999, p. 31. Manuel Urbano escribe del mismo lo siguiente: "Resulta más que curioso, aleccionador, cómo en este primer texto poético de Laínez, de hexasílabos romanceados, se canta a la ciudad histórica con evidente pictoricismo, lo que será eje constante en su producción poética, como lo constituirá esa soledad en canto íntimo ante la piedra en buena parte de su hacer en los años de la república y primeros de posguerra. En otro orden de cosas, desconozco si a este primer texto, bastante poco primerizo, le sucedieron otros -lo que nada de extraño tendría- que vieran la luz en publicaciones giennenses y antes de que apareciese, en 1920, su primer libro, El Peregrino de Tíscar, impreso en Madrid y precedido por un prólogo del Marqués de Dosfuentes".