FIRMA INVITADA: ANTONIO CHECA LECHUGA

       
LA OSCURIDAD QUE NOS ALUMBRA

                                               Al músico, cantante y Amigo: José Luís Escobar.
                                               Con mi admiración a su cultura.

Hemos puesto mucho título para tan poco espacio. El trabajo que intentamos hacer nos hace embadurnarnos de imágenes, de apuestas, de deducciones, de verdades a medias, de mentiras completas y, una vez sentados en la otomana del placer, pedimos no ser el otomano del medio para que nos juzguen por incautos y, si puede ser, sí por románticos, ya que si no fuese por el romanticismo que encierra el mundo del flamenco en general, no nos atreveríamos a penetrar en su pasado sino, a disfrutar del presente con la indispensable concupiscencia de lo poseído para su disfrute.
            Pero, nos apetece revolcarnos en los libros donde se dan algunas pinceladas de aciertos o toques de conciencia reivindicativa que, llevándonos horas buscando algún acierto con criterio, nos dejamos arrastrar por la conciencia creativa de los que, como uno, investigan por si suena la flauta. Pero la flauta ha sido y es tocada por mucha gente, la misma flauta, el mismo sonido y la misma cantinela sin que podamos destapar la ciencia de su conocimiento antiguo, pues siendo (aparentemente) una creación milenaria, entra en nuestro conocimiento en los últimos doscientos años llevado de la mano de escritores como el costumbrista Estébanez Calderón, el musicólogo Arcadio Larrea, Antonio Machado Álvarez Demófilo, Antonio Escribano, el estudioso José María Castaño, Lorca y Falla, Agustín Duran y los fructuosos y concienzudos en su trabajo José Blas Vega y Manuel Ríos Ruiz con su Diccionario Enciclopédico Ilustrado del Flamenco, entre otros que me rodean por mi escritorio y que dicen lo mismo, ya que al no haber fuentes propias de investigación, se intenta aparejar la búsqueda con la unión de un todo, mientras, él suena en las instituciones flamencas y divierte a los que no tienen la iniciada pretensión del disfrute de su inicio o de su aproximación creativa.
            Hemos tomado conciencia de que no se puede aportar nada a lo ya escrito, y lo que con pudor aportamos es el fruto de la vivencia en mi juventud y lo recibido de su estudio a través de los que me precedieron disfrutando de su belleza pero, para un poeta, la versificación toma parte de una filosofía mediática en la que la musicalidad hace el conjunto con el contenido y el contenido con la comunicación que debe tener cualquier tipo de aportación artística, sobre todo la métrica, y con ella, el flamenco tiene un parentesco sublime y discordante a la hora de analizar su posible raíz.           No cabe duda, el Cante Flamenco es un arte divulgativo de una vida entrelazada con el vulgo de nuestra tierra y con lo acontecido socialmente en ella, de ahí que para cualquier introducido en el tema, no sea solamente el flamenco oído la belleza aportada, es también su búsqueda, su requerimiento social en un pueblo que hasta el año 1831 y ante la Junta Soberana de Andújar no toma conciencia del Regionalismo Andaluz, por lo que, creemos que, lo inoperante en nuestra comunidad viene del oligárquico centralismo Nacional bajo la muy deslucida agrupación andalucista del momento, pues si en el siglo IV Al-Andalus, ya era una comunidad multicultural y sobre todo portadora de varias lenguas, ese vacío de siglos tiene una connotación política pero sobre todo antiflamenca, ya que en el ruedo nacional los detractores del fenómeno Flamenco igualaban a los que creían en esa música del Sur de España, en el que una filosofía humana dejaba en sus lamentos la emotividad del sentimiento que nacía del hombre marginado.
            Existen muchas teorías sobre su procedencia, sobre su nombre. Existen muchos trabajos orales de cantaores de los que se ha recogido material suficiente como para que se pueda escribir muchas cosas del mismo, muchas comunicaciones transmisoras que nos dicen lo que conocemos en los últimos doscientos años y de lo que se ha escrito hasta el empacho, pero cada uno de los que metemos la mano en las tradiciones contadas, abusamos de la reiteración y sobre todo, de lo ya dicho, aportando datos y nombres con las estadísticas de lo acontecido entre el nacimiento de nuestro Folklore patrio, y con ello, el deseo de aportar actuaciones de cantaores y las transformaciones de sus formas de cante, aunque, es mejor aportar experiencias que pueden ayudar a ir conociendo su valía como cultura y su entrañable aportación a la Historia musical de nuestro suelo, que ignorarlo. Ignoramos todo, todo lo que hace se conjugue entre las razas y las lenguas la unidad de un arte que mediante la geografía de nuestro territorio, se crea el instrumento folklórico pero amoldándose a la parte geográfica más acorde con el gusto de los que contribuían a su desarrollo, todo esto con la conformidad de erratas transcritas porque hasta el siglo XIX no aparecieron personas cualificadas para analizar, retener, y aportar datos específicos al fenómeno Flamenco. Las escasas aportaciones del XVIII son muy pobres.
            En 1927, curioso, unido a la generación poética de su nombre, actuaba en el Teatro Maravillas de Madrid, la cantaora Niña de Baeza, bautizada con el nombre de Paula Montes de la que solamente sabemos que existió. Como ella, anfitriones de nuestra geografía dejaron su nombre pero murieron sin saber que transmitían un arte único nacido de la sustancia del subdesarrollo andaluz pero con la grandeza de lo único, que es como decir: nuestro tesoro musical.
            El que suscribe ha intentado buscar su partida de nacimiento pero, o sobran datos o faltan los fidedignos, con el fin de aportar al menos algo del mismo en Baeza.
            Dentro de la forzosa construcción bilingüe de Al- Andaluz y por construcción pegadiza al oído, nacen los Romances viejos en el siglo XII—XIV. Según Menéndez Pidal. La afloración de Zéjeles de Ibn Quzmáqn tenían el dialectal árabe, pero los árabes, tomaron el habla indígena y más adelante el Romaní introducido por los Gitanos en su aparición según datos primeros en 1415, fecha en la que se inicia su aparición pero que tuvieron que llegar mucho antes ya que venían de una tierra lejana y se reconocieron en grupo, qué quiere decir esto, que el gitano no puede ser el creador del Flamenco, ni los moriscos, ni siquiera los habitantes indígenas, ni así como los Judíos que formaron con las distintas razas un florilegium de culturas y religiones muy dadas a que los reyes cristianos tuviesen que expulsar a todo aquel que fuese gitano, judío, o árabe, para de esa forma (infame) “ordenar” la política conceptual de la unidad de España. Esa España hoy tan manida por los nacionalistas de cualquier ideología.
            Es el flamenco un fenómeno de clases, pero insinuamos que muy posterior a lo que venimos desarrollando con las culturas agrupadas en Andalucía sobre todo, -ya que, creemos, que su musical flamenco nace exclusivamente de otras costumbres cantadas y otras músicas comarcales de las que se fueron fraguando el sin fin de cantes que tenemos en el argot flamenco-, hoy; muy próximo a las cien interpretaciones de las ocho provincias y las latitudes fronterizas como Extremadura, Murcia, Madrid, Zaragoza, Galícia, y otras procedencias de lo que nosotros hemos hecho nuestro, pero que, ha sido una transformación como la que indujo al flamenco a ser lo que es hoy en día. Aquello que conocemos.
            Hemos puesto Galicia muy adrede, ya que, un cante muy común entre los años cuarenta sesenta y penetrada en el Cante flamenco sin saber cuándo (hay muchas objeciones) pero que la popularizó Manuel Torre y en los años enunciados con la voz de mujer y un falsete gracioso femenino, la introdujo en el cante pero mucho más en el baile por su ritmo, ya mezclado.
            Hipólito Rossy en Teoría del Cante Jondo (Barcelona 1966)  nos da una letra de la que nos substrae, al menos, la apreciación de su origen:

Una farruca en Galicia
amargamente lloraba,
porque se había muerto un farruco
y, una gaita le tocaba.

            Vemos la “queja” musical donde falta la guitarra, esa que sin ella, el cante volvería a sus orígenes remotos y a esos palos de las tonás donde es solamente el cante en su dolencia quien ejecuta el arte del lamento convertido en artífice de la flamencología. El conjunto guitarra, baile, cante, hace unión de “varias artes” sin que se pueda separar en las tres bases la emoción compartida por esa conjugación imperiosa de lo armonioso.
            En mi adolescencia, oía a los cantaores de mi tiempo cantar la farruca de la que aporto su letra cantada por mí en las reuniones de amigos que por ser tan simple, pero tan óptima y asequible para el baile insertamos:

Y con el tran, tran, tran,
tranteiro, tranteiro, tranteiro
con el tran, , tran,
tranteiro, baila que te baila
que te canto yo.

Simple, tremendamente simple, pero con una hermosa mujer delante bailándola llega al alma y se convierte en misterio.
            Hay una seguidilla de Jerez de dos versos que mistifica su juventud:

Quien tiene pena no duerme
y yo siempre estoy durmiendo.

Vemos que son dos versos octosílabos que distan mucho de los romances viejos o nuevos, o de las jarchas, zéjeles o moaxajas donde, precisamente los zéjeles, se construían entre treinta y seis veros y ciento sesenta, ni que decir tiene que las formas métricas del Medievo fueron todas así, hasta que penetró el soneto de Italia en el XV, o XVI, ya con catorce versos endecasílabos que no se usaron nunca en la construcción del cante; creemos que, ante la construcción de las formas cantadas parten en su inicio de cinco versos como pueden ser las Verdiales, cinco, seis, siete, y que, nos hace ver, que al ser cantadas y bailadas formaron parte de las tradiciones de los cortijos rondeños o alpujarreños donde la sierra y las costumbres unían a sus habitantes en las ceremonias y los festejos familiares y de vecindad.
            La grandísima pluma de Miguel de Cervantes nos da la primera pincelada de un “baile” gracioso en su libro La Gitanilla. Preciosa va cantando pero al par baila acompañada por “Unos dediles musicales” de los que se desprenden “corredillos personales”, posiblemente aprendidos en las Navas de la época o en los cortijos de la serranía de Ronda o las delicadas tierras de la Alpujarra granadina. Allá donde hay vida el hombre busca el apoyo emocional de una celebración sea cual sea. Pero en ella, va implícita la bebida, en este caso el vino de esa campiña donde se ha cultivado la cepa desde su afloración civilizada, dando unos caldos que hoy, son reconocidos a nivel mundial como únicos.
            Todo esto son hipótesis. Hipótesis pero no tan desacertadas, pues lo que con no poco acierto mirado siempre desde Andalucía la Alta, -que creemos es donde aparece el fenómeno por su geografía-, nacen connotaciones de “sociedad” en las que lo bailable y lo compartido hacían una construcción de intercambios en los que se debatían las influencias latinas, romaní, árabes, y los cantos judíos donde el rezo en las sinagogas debió ejercer muy mucho en la mal penetrada saeta en el género del flamenco, ya que, si no se hubiese tocado su timbre musical, nos daría pie para saber que todas las culturas de nuestro entorno dejaron o unieron al flamenco algo de su conciencia musical. Por lo que hubiese ayudado mucho a descifrar una “rama” muy importante de la música renacentista en su aportación de culto o su atribución al rezo o los rezos de la época.
            No hay que olvidar las influencia de “Las Rutas del Legado Andalusí”: Itinerarios Culturales Europeos se denominan en la actualidad donde en el pasado, hubieron de ser de un producto puntal en las costumbres religiosas-culturales por lo que nos embadurnarían con su trovas y sus valiosísimas sensaciones.
            La saeta, hoy diva de la Semana Mayor de Andalucía, entró muy tarde al mundo del flamenco, del flamenco y, de la mano de personas como Federico García Lorca, Manuel de Falla, Gómez de la Serna entre otros, por citar a esas “voces” únicas en la poesía y la música del año 1922 en que se celebró el primer Concurso del Cante Flamenco en Ganada.
            Si los salmos bíblicos nos llevan al mundo de la vida religiosa y penetran en la sociedad a través de las Escrituras y de las influencias de la religión Cristiana, la saeta se viste de sombra por culpa de su introducción en el flamenco allá por Granada de la mano de los ya enunciados. Creemos fue una torpeza musical y sociológica de la que ya no tiene más connotación que el oírla hecha arte una madrugá misteriosa al frente de un Cristo o ante la imagen de una Virgen en talla venerada y que, ante su llanto, sale el aplauso de la magia andaluza en cualquier calle de cualquier pueblo llamado andaluz y un ¡olé! Gritado por una emoción única.
            “El poeta es el médium de la naturaleza que explica su grandeza por medio de palabras”=.(es un cuarteto del que no sabemos su autor pero espléndido en su definición)  
            En palabras recogidas como si fuesen citas sagradas del libro Primer Concurso del Cante Jondo (Archivo Manuel de Falla), no indican que en los días 13 y 14, de junio en la Plaza de los Aljibes de Granada se celebra el primer concurso del Ante Primitivo Andaluz avalado por intelectuales de “algo” que venía del vulgo. Se celebra en la ciudad de Granada como decimos con el costo emocional de doce mil pesetas del la época ‒1922‒ y la encontrada antipatía de unos por la admiración de otros. Así fue y es la vida del hombre: unos frente a otros, por medio un arte del que para algunos solamente sirve para distraerse, para nosotros, el admirar la historia de personas típicamente incultas que trasmitieron en su ignorancia una música con su cante en donde hay que descubrirse para decir que el alma de los secretos puede estar en una seguidilla o en el temple emocional del bordón y la prima haciendo honor al baile de una mujer hermosa.
            La saeta, cantada por seguirila, soleá o martinete, se hizo palo de flamenco, pero al mismo tiempo oscuridad para buscar su raíz como función sociológica o rezo de un sitio llamado Andalucía, madre de tantas realidades y tantas inexactitudes por la caciquil forma de vida en la historia de la humanidad geográfica de nuestra tierra.
            Y se va construyendo su historia, se va adaptando a la modernidad donde hinca el diente el márketing de los “aficionados” para convertir en muchos casos el cante en espectáculo, para eso se tardó muchos siglos en su construcción. Mejor, para eso no, puede ser para reconocimiento del hombre marginado y la mujer sumisa.
            Otra cosa sería su desarrollo que ahí sí nos vamos a la zona de la Andalucía la Baja en la que sin dudarlo, protagonizó sus divagaciones orales, enraizando lo musical , con la creación de “palos” y sobre todo de lo esencial en el cante flamenco: romances, tonás, martinetes, carceleras y todo aquello que por estar tan cerca del Océano y sus galeras, esquematizó en la política a quienes daban su aportación cultural traída de otras latitudes para que casasen en las nuevas concepciones de conocimiento a la música del pueblo en este caso marginado.
            Nos dice Aristóteles que aprendemos por inducción o por demostración. La demostración parte de lo universal, la inducción de lo particular. Así escribimos, sin que nuestra teoría sea un aval fidedigno donde incubar lo desconocido, pues las civilizaciones y las costumbres se forman con la ideas, y de éstas, intentamos sacar una aportación meramente literaria. Nunca científica, sólo aproximada, sólo.
            Dice E. M. Cioran en su discutible Ese Maldito Yo en uno de sus aforismos: “Entre la exigencia de ser claro y la tentación de ser oscuro, imposible decir cuál merece mayor consideración”. Y, he ahí que, entre la oscuridad que nos limita, buscamos una luz que nos subyuga, solamente por la emoción de compartir la búsqueda de lo no cantado, sino de lo que creó el cante o los motivos que hicieron que una de las creaciones musicales más misteriosas y profundas de nuestra cultura, nos haga llorar de emoción una vez penetrado en su indescifrables aportaciones al folkloren del que hemos visto “rasgarse las vestiduras” a quienes sentían en sus vibraciones el flujo de una desesperación donde el llanto florecía en rostros curtidos por las necesidades y las desigualdades sociales en tiempos del pasado.
        Hoy es un lujo hablar del arte flamenco, un lujo para aquellos que: introducidos en él, sienten la caricia del estremecimiento ante cualquier palo comunicativo, así como una nana terminada en solea por la boca de quien sienta hervir en su sangre las emociones que transmite nuestra música, o la malagueña que hiere los sentidos armoniosos de quien la oye, cualquier palo en solitario te hace ser un cautivo de su belleza, en ella, a veces con exceso, paso algo de mi vida, con ello pago y recibo el origen de los que sufrieron en sus carnes los expresivos cantes, las músicas sonoras, los taconeos promovidos por cantaores de atrás, de palmeros de ritmo prensado entre la palma de la mano y la intuición constructiva de un orden musical sin instrumentos.        
      Pongo fin a este retrato aprendido de mucha gente pero vivido con mi emoción particular, donde, desde esa oscuridad que nos alumbra, deseo se haga fuerte con el soneto que transcribo de mi libro Ecos y Perfiles del que queda constancia de mi amor por la cultura recibida de tantas gentes buenas que pisaron antes que nosotros la bendita tierra de Andalucía en la que vive y descansa el alma misteriosa del Cante Flamenco y sus afines:

                                   EN EL SENTIR DE LOS CANTES

                        Antes de columpiarme en mis pasiones
                        y soñar que los sueños son verdades,
                        pactaré con las crudas realidades
                        algo de su verdad, y entre canciones

                        donde el pardillo canta en emociones
                        por medio de barrancos y oquedades
                        de la hojarasca y trigo, en las mitades
                        del sol y de la luna, sensaciones

                        amorosas me llegan a la boca.
                        Aspiro mi cantar, mi alma toca
                        el cante como sueño y como guía.

                        Como orgullo de río, como ofrenda
                        de un labio hacia la boca y una senda,
                        donde los ayes tengan su vida todavía

                                   Antonio Checa Lechuga

En la ciudad e Baeza Jaén a 20 de octubre de 2010 donde resido y aprendí que el cante es un atributo emocional profundo