BAEZA Y EL PROFESOR VICENS VIVES, por SALVADOR GARCÍA RAMÍREZ




BAEZA Y EL PROFESOR VICENS VIVES

En un artículo publicado en La Vanguardia el 4 de septiembre de 1943, Jaime Vicens Vives, bajo el pseudónimo de Lorenzo Guillén, invita a los lectores a acercarse a una ciudad a la que llega tras un expediente de “depuración” y de la que guarda, sin embargo, un recuerdo cargado de admiración y gratitud. La ciudad, esa gran desconocida, le ha sorprendido, “esa misma Baeza glorificada, en sus atardeceres, por el cincel definitivo de Antonio Machado”, nos dice. “Baeza es una ciudad monumental” que “respira el siglo XVI” y en la “que antaño se apostaron los vigías para otear los movimientos de sus adversarios, se contempla la magnificencia del valle bético, con sus trigales ondulantes, su cebada ya alimonada y sus ejércitos de olivos, clamorosamente verdes bajo un cielo de un azul cuyo secreto sólo posee Andalucía”.
El historiador Jaume Vicens i Vives nace en Girona en el 1910 y muere en Lyon en 1960, con sólo cincuenta años llenos de vida y de frenética actividad de la que ahora celebramos el centenario de su nacimiento. Tras pasar por varios institutos como encargado de Geografía e Historia, al terminar la guerra civil fue suspendido de empleo y sueldo durante dos años, los que van desde el 30 de noviembre de 1940 hasta el 30 de noviembre de 1942, y después trasladado a Baeza. Sería nombrado catedrático de nuestro instituto donde tomaría posesión el 1 de febrero de 1943, tras un largo y frío viaje del que su esposa, Roser Rahola, todavía recuerda los comentarios. Eran tiempos difíciles como recoge simbólicamente la mísera cuartilla que firma a su llegada en el despacho del director, D. Eliseo Fernández, y que rubrica con una firma emborronada.
 Será oficialmente profesor en este recinto histórico hasta 1947, año en el que consigue la cátedra de la universidad de Zaragoza para, posteriormente, trasladarse, en 1948, a la cátedra de la universidad de Barcelona. Pasará su primer curso impartiendo clases en el Stma Trinidad y encargándose de los tribunales que examinaban de Geografía e Historia a los alumnos libres. Ya en el siguiente, 1943/44, será reclamado por el Centro Superior de Investigaciones Científicas. Su valía académica e investigadora pudo más que la saña con la que el régimen lo había desterrado. Del mismo modo pasará los cursos siguientes hasta su marcha a Zaragoza, dándose la circunstancia curiosa de que estos traslados, como el del curso 1945/46, los tiene que sufragar económicamente él mismo, detrayendo 6000 pesetas, de su sueldo de 14000, para pagar al interino sustituto que deja en su puesto.
Estará físicamente poco tiempo en Baeza, es verdad, pero será un tiempo que quedará marcado en su vida de una manera intensa.  El recuerdo de su paso entre nosotros quedará vivo, refiriéndose a la ciudad con respeto y admiración, como muestra el artículo que mencionaba más arriba, o como recoge en el Prólogo del libro “Geopolítica”, en el que nos habla de “la señorial y decaída ciudad andaluza”.  Su relación con los profesores que formaban el claustro en aquel entonces, también fue duradera. Testimonio de ello son las cartas y telegramas de felicitación por sus imparables méritos académicos que irá recibiendo de parte del profesor de inglés, José Bonilla Rico, del director, el secretario y el claustro en general, textos que se conservan en el Fondo que mantiene la universidad de Gerona.
El profesor historiador fue pronto una figura ascendente en su época, con un pragmatismo que le permite ser un hombre puente entre las sensibilidades catalanistas y el régimen franquista. “No era hombre de partido, tenía una personalidad demasiado fuerte, y no quería perder el tiempo lamentándose; buscó aliados de todo tipo y eso le lleva a convivir”, afirma Josep María Muñoz, comisario de la muestra que visitará ciudades como Gerona, Sevilla, Zaragoza, Madrid, Valencia, Pamplona y también Baeza. Siguiendo a Muñoz, como historiador, se propone “reconstruir la historiografía desde la profesionalidad y a partir del dato; quitarle amateurismo y sentimentalismo a la historia de Cataluña y restarle también ensayismo e ideología a la historiografía española”. Como profesor tenía un gran carisma que a veces se podía confundir con la arrogancia. Sin embargo, era motivador y cercano a la gente.  Elegante en clase, gustaba de preguntar a los alumnos y sacarlos a la tarima con frecuencia. Entre sus libros más notables habría que reseñar “Aproximación a la historia de España”, “Noticia de Cataluña” e “Industriales y políticos del siglo XIX”.
Para conmemorar este centenario del que fuera uno de sus profesores más ilustres, el Stma Trinidad y la ciudad de Baeza han querido estar presentes con diversas iniciativas. Se ha colaborado en la edición de un audiovisual y en el montaje de una exposición itinerante sobre su vida y su obra que visitará Baeza entre el 8 y el 18 de septiembre y que estará expuesta en la galería del patio de columnas del que fue su instituto.  Además, en el claustro de la planta baja, se va a inaugurar un bajorrelieve en su memoria que acompañe a los ya existentes del maestro Juan de Ávila y del poeta Antonio Machado. Cierran este grupo de actividades programadas, la invitación cursada al Consejero de Educación de la Junta de Andalucía para que se inaugure oficialmente en nuestra Comunidad el curso académico 2010/11. La lección inaugural en el Paraninfo correría a cargo de alguno de los discípulos del historiador.

                                                                                               SALVADOR GARCÍA RAMÍREZ


                                                                                         Director del Instituto Stma Trinidad


                                                                                                          Baeza (Jaén)