FIRMA INVITADA: ANTONIO CHECA LECHUGA



















EURÍDICE

Para José Jiménez Lozano



Eurídice vivió antes del tiempo
en que el hombre llegó
sustrayendo Legajos
e Incunables a crear su Historia.
Muy distinto
fue cortar el verso, oír el grito
transmitiendo el sabor que da el papiro,
y la mano, y la frente.
Pítaco y Alceo
a Safo. Y Grecia en su aposento,
desparramaron en Atenas la sapiencia
que entretuvo a los hombres.
Pero no fue el transcurso
de la Historia la que llevó su rumbo
cortando continentes. Ah, no,
no lo creáis.
La tierra se hizo oronda
y fue la lluvia creadora de la piedra
mensaje diferente.
Los volcanes rieron,
ineludible boca que devora y que crea,
y que mata, sí, sí, que os lo creáis,
se adentraron en el río
navegable y el arroyo,
juntando montes y praderas,
y vinieron los magos,
y se fueron los sabios,
y el papiro murió herido eterno
desterrando su arte a la desidia,
al interés humano.

-Y todo fue en presencia de los hombres–

Los hombres con los hombres.
Pero no lo creáis,
los hombres sin los hombres
ya no saben a fiera, ya saben poetizar,
ser la conciencia, la voz, la mano
que se santigua y reza.
Ya, después del diluvio
del esclavo, se inventó la clemencia.
Las voces que inducen a los dioses supremos.
Pero no lo creáis.
Eurídice está ahí
al pie del verso que conjuga la frase,
debajo del engaño,
con la toca del tiempo
en su rudo echarpe sustrayendo leyendas.
Y el verso que se ausenta, y dice, y toca
la grave exuberancia de la idea,
y, ahora, al tercer milenio, justo
cuando el hombre la sustrae de la Historia
ella se para a ver,
en la Quinta Avenida,
o en las plazas orgullo de Baeza,
una foto desértica del hombre
donde no tuvo su trono.
¿Su trono? Oh maldita presencia
que hoy trasmina hereditariamente
en la miseria,
con el desfase social de la opulencia.
Por eso, no, no lo creáis, no ha muerto
la reina del Egipto, ni el esclavo,
sólo ha muerto el papiro,
el tiempo pasa
y nacen los inventos, estandartes
en presencia del susodicho hombre,
justo, en la Historia que recopila
el hombre.


El hombre se disfraza, augura y dice
sin miedo a ser lacayo
de Eurídice y de su trono,
que el mundo está escondido:
en la Historia estúpida del hombre.

11 – 9 - 2001